Pedro Luis Díaz rige desde finales de mayo el Ayuntamiento de Vélez-Blanco y compagina sus funciones en el pueblo con su trabajo de piloto de helicóptero que desarrolla fundamentalmente en Alemania y los países del mar del Norte y mar Báltico
Vélez-Blanco comenzaba sus fiestas patronales en honor al Cristo de la Yedra. Un cartel a la entrada al pueblo por la carretera que llega desde la vecina Vélez-Rubio ya anunciaba el corte al tráfico, aunque este, pese a que ya en los Caños de la Novia aparecen las primeras atracciones, no se hace efectivo hasta llegar a la avenida Corredera, sede del Ayuntamiento de Vélez-Blanco.
En las terrazas de La Sociedad y La Gatera no cabe nadie. Vecinos del pueblo y otros que llegan desde solo unos kilómetros más abajo, como el teniente-alcalde de Vélez-Rubio Vicente García, piden café y tostada. En la mesa de este último, Pedro Luis Díaz no deja pagar a sus invitados, que para eso es el alcalde y juega en casa. Esta semana es la Feria y le toca estar en el pueblo, con su familia, con los suyos. Por unos días no quiere saber nada de helicópteros ni de volar.
Pedro Luis Díaz es piloto de transporte de línea aérea de helicóptero y ha trabajado en extinción de incendios, transporte sanitario y salvamento marítimo. “Empecé en el año 98 en la empresa pública Tragsa en extinción de incendios forestales y posteriormente pasé a una compañía privada, con transporte sanitario de emergencia y también extinción de incendios forestales y por último estuve en salvamento marítimo en la flota de de Sasemar (Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima) en todas las bases de España hasta que pude llegar a la de Almería, que era la que tenía más cerca de casa”. Después dejó de pilotar para pasar a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea como inspector de operaciones de vuelo, pero “me apetecía volar de nuevo y fiché por una compañía alemana, Wiking”, relata.
Pero también es alcalde de Vélez-Blanco por Ciudadanos y lo es con 205 votos y el apoyo de Comprometidos por Vélez-Blanco, una escisión del PSOE que logró cuatro concejales en las últimas elecciones municipales, los mismos que los socialistas, que fueron quienes sacaron mayor número de votos. La política de pactos llevó a Díaz, único edil electo naranja, a aliarse con CCVB y esa alianza le sentó en la Alcaldía, poniendo fin a dieciséis años de gobierno socialista.
“Siempre he trabajado fuera de Vélez-Blanco pero también he vivido siempre aquí, mi familia también. Yo me desplazaba fuera los días y turnos que me tocaban, pero el resto del tiempo estaba aquí porque mi residencia siempre ha estado en el pueblo. Por eso siempre he estado vinculado aquí y he estado preocupado por el pueblo. Estábamos sufriendo una serie de carencias y eso me hizo dar el salto a la política, quería aportar mi grano de arena para solucionar esas carencias”, explica. “Yo esperaba llegar a alcalde y estoy satisfecho porque lo hemos conseguido. Hace cuatro años, a través de una agrupación de electores, obtuvimos un buen resultado y ahora con el apoyo de Ciudadanos también lo hemos conseguido. Yo no tenía nada que perder; tengo un buen trabajo, unos ingresos aceptables y no necesitaba vivir de la Alcaldía”, pero sí que “solo desde la Alcaldía se pueden cambiar las cosas”.
Un edificio imponente emerge del barranco de La Fuente en el camino hacia el convento de San Luis. Es la Casa de los Arcos, un hotel de tres estrellas que regenta su esposa, que saluda por la ventana. Sus padres caminan por la calle y su hijo también asoma por la puerta para verle.
Pero no solo ellos. Mayores y jóvenes, viandantes y ciclistas. Todos saludan al alcalde a su paso por las calles del pueblo. Seguro que continuó intercambiando ademanes y apretones de manos en la subida hasta el castillo a través de las empinadas cuestas y escalonadas viviendas del barrio de la Morería.
“Por lo que percibo, la aceptación está siendo fantástica. No para de venir gente al ayuntamiento a saludar y dar la enhorabuena y está satisfecha y contenta con el acuerdo y el equipo de Gobierno. Mi teléfono está siempre abierto aunque esté trabajando, hoy en día las distancias son más cortas y la gente no está desatendida”, comenta.
Y es que su trabajo le hace pasar muchas semanas fuera de su pueblo, ya que la empresa para la que trabaja actualmente tiene su base en el norte de Alemania y presta servicio en la zona de influencia del mar del Norte y el mar Báltico. “Fácil no es, hay que gestionar bien el tiempo y la agenda. Pero tenemos un acuerdo de gobierno con Comprometidos y me apoyo en ellos. El equipo de Gobierno lo formamos cinco personas y yo soy una de ellas. Los días que estoy ejerzo como alcalde y cuando me tengo que ir tengo que delegar en la primera teniente de alcalde, Ana María López, que se encarga del día a día y de atender a la gente los días que estoy fuera”, cuenta.
Dinamarca, Finlandia, Suecia y ahora también los Países Bajos son lugares ya muy conocidos para este velezano que realiza turnos de doce horas también en fines de semana. “Tenemos un helicóptero sanitario para rescate en plataformas del mar del Norte y también transportamos a los trabajadores que hacen los relevos de esas plataformas o en los barcos del gasoducto entre Rusia y Alemania”, donde, “por cierto, hay muchos españoles. Es muy curioso encontrarte en Suecia con pasajeros españoles”.
Por su trayectoria profesional, tiene muchas historias que contar, incluyendo rescates en Argelia. Algunas de ellas algo surrealistas, como la de un velero robado por narcotraficantes que no tenían capacidad de gobierno de la embarcación. “No sabían cómo manejarlo y el velero acabó estrellado en la costa de Argelia; la embarcación estaba llena de droga pero a todos los efectos eran náufragos y teníamos que rescatarlos en una situación difícil, de noche, volando hacia atrás y sin saber si estas personas iban armadas o no”, rememora el piloto, que se emociona al recordar segundos después la situación más dramática que ha vivido, cuando perdieron a tres de los tripulantes del Helimer 207 en un accidente cuando terminaban unas maniobras de búsqueda y rescate y el helicóptero de Pedro era quien tenía que darle luego el relevo.
Llegados al castillo, en el Patio de Honor y el Salón del Triunfo todavía resuenan los ecos líricos y melódicos del reciente Festival de Música Renacentista de Vélez-Blanco. Hace muy poco, se descubrió un artesonado de este salón noble en la casa de un importante empresario de Ciudad de México. También al otro lado del charco, en el Metropolitan de Nueva York, se encuentra el patio del castillo velezano. Más cerca, pero tampoco en su lugar de origen, se encuentran los frisos de los trabajos de Hércules y los triunfos del César, en París.
Reproducirlos son dos de los objetivos a largo plazo de su programa. “Estamos muy ilusionados con el proyecto de la Escuela del Mármol de reproducir el patio y también con el descubrimiento del arquitecto velezano Ismael Motos del artesonado del castillo en México; nos gustaría que se pudiese hacer también una reproducción y se instalasen esos techos en el castillo”, explica. Algo que supondría un incremento en el turismo de Vélez-Blanco, otro de los objetivos a corto plazo junto a “mejorar el saneamiento o las carreteras”, sin olvidarse de los mayores.
Entre su gestión al frente del Ayuntamiento de Vélez-Blanco y su trabajo actual sobrevolando el mar Báltico, Pedro Luis Díaz saca tiempo además para dedicarse a otra de sus pasiones, la agricultura. “La mayoría de los ciudadanos aquí tenemos almendro, algo de cereal en los llanos de Topares y el olivo de la vega también es muy famoso. Es un cultivo tradicional, con un sistema de riego por inundación tradicional que viene de la época musulmana y que intentamos mantener aunque es menos competitivo que en otras zonas”.
El alcalde compagina bien todas sus ocupaciones. “Pero lo primero es el pueblo y si en un momento dado el estar fuera es incompatible por los problemas que se puedan presentar, lo primero es mi pueblo”. Porque además de ser un alcalde de altos vuelos es un ‘ciudadano comprometido con Vélez-Blanco’.
Reportaje dpbmedia para Diario de Almería